viernes, 20 de septiembre de 2013
martes, 10 de septiembre de 2013
Reflexionemos un poco hoy
7:26 a.m.
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¿DESGRACIA O BENDICIÓN?
En un pequeño pueblo vivía un anciano con su hijo de 17 años. Un día, el único caballo blanco con que trabajaba saltó la reja y se fue con varios caballos salvajes. La gente del pueblo murmuraba: ¡Qué desgracia la suya, Don Cipriano!, y él, tranquilo, contestaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición". Días después, el caballo blanco volvió junto a un hermoso caballo salvaje, y la gente saludaba al anciano diciéndole: ¡Qué bendición!, a lo que Don Cipriano replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición". A los pocos días, el hijo adolescente, mientras montaba el caballo salvaje para domarlo, fue derribado y se fracturó una pierna, a raíz de lo cual empezó a cojear, y la gente le decía al anciano; ¡Qué desgracia la suya, buen hombre!, a lo que él replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición". Días después se inició una guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al frente de batalla, pero a su hijo no lo llevaron por su cojera, y toda la gente del pueblo saludaba al anciano y le comentaba: ¡Qué bendición la suya, Don Cipriano!. Y él, con su fe inquebrantable, contestó una vez más diciendo: "Sólo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás una desgracia". Efectivamente, sólo Dios sabe, y Él nunca se equivoca.
En un pequeño pueblo vivía un anciano con su hijo de 17 años. Un día, el único caballo blanco con que trabajaba saltó la reja y se fue con varios caballos salvajes. La gente del pueblo murmuraba: ¡Qué desgracia la suya, Don Cipriano!, y él, tranquilo, contestaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición". Días después, el caballo blanco volvió junto a un hermoso caballo salvaje, y la gente saludaba al anciano diciéndole: ¡Qué bendición!, a lo que Don Cipriano replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición". A los pocos días, el hijo adolescente, mientras montaba el caballo salvaje para domarlo, fue derribado y se fracturó una pierna, a raíz de lo cual empezó a cojear, y la gente le decía al anciano; ¡Qué desgracia la suya, buen hombre!, a lo que él replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición". Días después se inició una guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al frente de batalla, pero a su hijo no lo llevaron por su cojera, y toda la gente del pueblo saludaba al anciano y le comentaba: ¡Qué bendición la suya, Don Cipriano!. Y él, con su fe inquebrantable, contestó una vez más diciendo: "Sólo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás una desgracia". Efectivamente, sólo Dios sabe, y Él nunca se equivoca.
MI ESCUELA UNA ESCUELA QUE APRENDE
6:55 a.m.
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La escuela
es una institución que enseña, pero debe ser también una organización que
aprende. Se suele hablar del currículum de la escuela, o sea, de lo que los
alumnos deben aprender, de la forma en que deben aprenderlo y de cómo se va a
evaluar lo aprendido; pero no se piensa en el currículum para la escuela, es
decir, qué es lo que la escuela tiene que aprender y
por qué, cómo va a poder hacerlo, qué obstáculos existen para que este
aprendizaje sea real y cómo se va a comprobar si lo está realizando de una
manera efectiva y, si fuera posible, entusiasta.
En la
escuela Juan N Ravelo se ha dotado a cada docente de un libro para que
reflexione sobre el tipo de escuela que tenemos y la escuela que soñamos.
El libro
lleva por título “LA ESCUELA QUE APRENDE”
El autor hace una reflexión sobre el carácter dinámico de
la institución, su compromiso social y su apremiante necesidad de adaptarse a
los nuevos retos y exigencias.
Este planteamiento
exige modificaciones en las concepciones sobre la naturaleza y funciones de la
institución escolar, en la forma de seleccionar y formar a los profesionales
que trabajan en ella y en la manera de organizar la práctica escolar.
La escuela
es una institución que enseña, pero debe ser también una organización que
aprende. Se suele hablar del currículum de la escuela, o sea, de lo que los
alumnos deben aprender, de la forma en que deben aprenderlo y de cómo se va a
evaluar lo aprendido; pero no se piensa en el currículum para la escuela, es
decir, qué es lo que la escuela tiene que aprender y
por qué, cómo va a poder hacerlo, qué obstáculos existen para que este
aprendizaje sea real y cómo se va a comprobar si lo está realizando de una
manera efectiva y, si fuera posible, entusiasta.
Partiendo de la idiosincrasia
de la institución escolar, y en el marco de la cultura neoliberal, el libro
ofrece un análisis de lo que debe aprender la escuela, de los obstáculos que
dificultan su aprendizaje y de los procesos, generales y concretos, que
permitirán alcanzarlo.